miércoles, 14 de septiembre de 2016
CRISTIANISMO
CATOLICISMO
CATOLICISMO:
1. La iglesia, Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana tiene 500 millones de fieles, repartidos en los cincos continentes y bajo la autoridad del Papa en Roma. Según estos creyentes, Dios es un ser necesario, eterno, infinitamente omnipotente, sabio, bueno, justo y misericordioso. Este Ser Único y superior creó al hombre a Su imagen y semejanza, con inteligencia y voluntad capaz de amar; con alma eterna y partícipe de su bien. Pero al desobedecer a Dios la primera pareja, dejó a sus descendientes sin la posibilidad de gozar del Cielo después de su muerte. Para librar del peso del pecado original - como se llamó esa desobediencia - Dios permitió que su Hijo se hiciera hombre, padeciera y muriera en la cruz. Esa redención se renueva en cada ser humano mediante el Bautismo que abre, según los católicos, la posibilidad de llegar al Cielo y gozar de la eternidad. Para lograrlo se exige, además, el cumplimiento del Decálogo o Ley que Dios entregó a Moisés.
Redención: Pero Cristo Jesús, el Dios hecho hombre, asume la representación oficial de todos los hombres, se ofrece a resarcir por ellos a la Majestad Divina y muere, como víctima de propiciación, en el Calvario. Al resucitar, reparada la ofensa, puede ya comunicar de nuevo la gracia santificante a quienes, creyendo en él como Dios hecho hombre, lo acepten como Redentor y lo acaten como supremo Legislador del género humano.
Los sacramentos: Pudiera Jesús haber concedido la gracia santificante en mil otras formas. De hecho, la confiere por medio de los siete sacramentos - bautismo, confirmación, confesión, comunión, extremaunción, orden sacerdotal y matrimonio - , cuya administración, así como la exposición y predicación de sus doctrinas, encomienda a la Iglesia Católica.
La Iglesia Católica: Al reintegrarse Jesús a los cielos, deja en la tierra, como depositarios de su personalidad e investidos de plenos poderes, como intérpretes de sus enseñanzas y administradores de sus sacramentos, a Pedro y los demás apóstoles, el Papa y los obispos; y otorga a los obispos en unión con el Papa, y al Papa, aun sin los obispos, el privilegio de la infalibilidad, a nombre de Cristo y por la asistencia del Espíritu Santo.
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